El envejecimiento de la población japonesa: La tradición Vs la modernidad y la pérdida de la influencia religiosa
Japón es un país que cuenta con
127’103.388 (CIA) habitantes y que se ha caracterizado en las últimas décadas
por un acelerado nivel de crecimiento (aunque este auge económico se vio
interrumpido por el desastre producido por el tsunami del 2011), por lo que
cuenta con una vida moderna muy agitada. Las calles de su capital son muy
concurridas y en cada una de sus esquinas puede verse una gran abundancia de
tecnología y comercio. No obstante, Japón es la cuna de una antigua tradición,
el sintoísmo, a la vez que se convirtió en uno de los lugares que acogió el
budismo como parte de su cultura. Es así como la cultura japonesa se
consolida como una mixtura entre una cultura “ancestral” basada en un modo de
ser inspirado y heredado del budismo y el sintoísmo tradicionales, y un modo de
vida contemporáneo, plagado de las vicisitudes de la vida moderna.
En este contexto, se vislumbra una
problemática que preocupa cada vez más al Estado japonés, la cual tiene que ver
con las tendencias demográficas que se observan en dicho país. Los japoneses
están postergando cada vez más la edad de establecer una relación estable y
están dejando de tener hijos, lo que ha generado un envejecimiento preocupante
de la población. Esta situación, muy característica de las sociedades
actuales, contrasta con el enfoque sobre la familia que es propia de las
religiones tradicionales, el cual promueve el matrimonio y la procreación. Ante
tal contexto, en el que se enfrentan claramente los fenómenos que actualmente
están sucediendo en Japón y la concepción religiosa y cultural tradicional,
cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Siendo que el budismo y el sintoísmo han
jugado un papel fundamental en la construcción cultural y religiosa japonesa, cómo
puede explicarse el hecho de que sus principios sobre la familia no sean
aplicados en la vida moderna? Precisamente la respuesta a este interrogante
puede centrarse en el cambio cultural que ha sufrido la sociedad japonesa a
partir de su industrialización, dado que la sociedad de consumo ha alterado la
forma de concebir las relaciones sociales dentro de ella.
Según cifras oficiales del año
2005, la composición religiosa de Japón demuestra que la mayoría de la
población se identifica a sí misma como sintoísta, budista, o practicante de
ambas opciones. Así, el 83% de las personas encuestadas en ese momento se
declararon sintoístas, el 70% budistas, el 2% cristianas y el 7,8% como
partícipes de otras creencias religiosas (CIA). Estas cifras parecen ser inicialmente
descabelladas, en la medida en que la suma de los porcentajes mencionados
supera el 100%, sin embargo, esto no debe causar extrañeza en la medida en que
la práctica simultanea del sintoísmo y el budismo es un fenómeno muy común en
el país. Tras la llegada del budismo a Japón, éste se logró adaptar a
ciertas condiciones culturales particulares de la región y consiguió ser
compatible con las creencias locales, por lo que muchos japoneses se declaran
budistas, a la vez que en su vida diaria realizan prácticas sintoístas.
Aunque el budismo y el sintoísmo
sean practicados al mismo tiempo por muchos japoneses, cada una de estas
tradiciones tiene sus particularidades, dentro de las cuales cabe destacar el
hecho de que mientras el budismo cuenta con un mensaje universal, que puede
llegar a ser apto para personas de diferentes culturas, el sintoísmo es una
religión étnica, por lo que su mensaje cobra sentido estrictamente para los
japoneses. “El sintoísmo es una antigua religión japonesa que comenzó aproximadamente
en el 500 aC. No tiene fundador, credo oficial o texto sagrado, pero ha logrado
perdurar a lo largo de los años. La palabra "shinto" no fue
introducida en Japón hasta el siglo 6 d.C” (Nichols). El sintoísmo está
basado en los “Kami”, unas complejas fuerzas místicas a las que se les debe
respeto.
Independientemente de esas
diferencias, una de las principales características de las religiones
tradicionales, dentro de las cuales se incluyen el sintoísmo y el budismo, es
que la familia se muestra como su núcleo básico, de tal manera que cuestiones
como tener descendencia no son nada accesorias. Debido a ello, anteriormente
las personas solían traer al mundo a muchos hijos, como parte del orden de la
naturaleza y como forma de asegurar el futuro de la familia. Sin embargo, en la
actualidad Japón enfrenta el problema del decrecimiento y envejecimiento de su
población, a partir del dilema que proviene de tener uno de los promedios de
edad de vida más altos del mundo (84,46 años) y una de las tasas de fertilidad
o número hijos por mujer más bajas (en promedio 1,4 hijos por mujer). En Japón,
“la edad promedio a la que una mujer tuvo su primer hijo fue de 30,1 años en
2011, superando la barrera de los 30 por primera vez en la historia. En 2010,
fue de 29,9 años. De acuerdo con cifras correspondientes a 2010, un número
record de hombres y mujeres de hasta 54 años permanecían solteros: 20,1 % en el
caso de ellos y 10,6 % en el de ellas” (International press digital, 2013).
Es decir, en la actualidad, dentro
de la sociedad japonesa puede verse una fuerte tendencia hacia el aislamiento
de los individuos y hacia la ausencia de la gran importancia que las relaciones
sociales tenían dentro de la sociedad tradicional. La problemática del
reducido número de japoneses que deciden tener hijos o que forman una pareja es
preocupante para el gobierno de ese país, ya que en la medida en que la
población siga decreciendo a un ritmo tan acelerado, en un futuro próximo
podrían colapsar el sistema pensional y el dinamismo económico, debido a la
escasez de mano de obra en edad activa y a las fuertes presiones que la vejez
impone sobre el salario de los más jóvenes, por lo que el consumo podría verse
drásticamente reducido. Ante tal panorama, “el gobierno sostiene que la
precariedad del mercado laboral y las bajas remuneraciones podrían estar
contribuyendo al desinterés de los japoneses con respecto al matrimonio”
(International press digital, 2013).
Aunque la práctica religiosa
continúa siendo una parte importante de la vida para una buena porción de la
población japonesa, es posible afirmar que la relevancia con la que contaba en
épocas anteriores ya no está presente. La vida moderna, en medio de la
congestión del tráfico y el estrés laboral exige otras preocupaciones, mucho
más mundanas, que han alejado al hombre de la consecución de su “misión
espiritual”. La resistencia de la población a tener hijos, puede deberse a
varias razones, todas relacionadas; como el surgimiento de nuevas expectativas
que fundamentan el sentido de la vida en el consumo o en la formación
profesional, el encarecimiento del nivel de vida de la población, a partir del
cual, la cantidad de hijos se limita por razones económicas y el rechazo a
vínculos que son considerados por algunos como arcaicos y anti-modernos, como
en el caso del matrimonio.
A partir de la segunda mitad de
los años Noventa el país observa un marcado descenso de las bodas y de los
nacimientos, un envejecimiento rápido y constante y una población activa en
disminución. En este contexto las nuevas generaciones, en vez de ser una
esperanza para una solución, resultan ser directamente implicados. Sufren
fenómenos como el paro y la subocupación que limitan sus potencialidades y en
parte son desilusionadas y poco activas políticamente, fallan en su papel de
motor de renovación de la sociedad. Las consecuencias en la economía del país y
en el presupuesto del Estado ya se advierten gravemente, pero podrían
convertirse, a largo plazo, en ser insostenibles (Leofanti & Irene Manera,
2011).
La baja tasa de natalidad que
sufre la sociedad japonesa hoy, es tanto producto de condiciones económicas,
como de la ruptura de los vínculos sociales en los que se fundamentaban las
sociedades tradicionales. “La sociedad japonesa se encuentra atrapada entre las
fuertes tradiciones nacionales y la reacción de las nuevas generaciones ante la
incertidumbre económica por la que ha pasado el país. Esto ha generado
conflictos emocionales internos que conducen a un distanciamiento social y
aislamiento sexual con el que cada vez se sienten más cómodos los japoneses”
(Redacción BBC mundo, 2013). La sociedad japonesa se encuentra en un momento
clave de su historia, que para muchos puede considerarse como un hecho
contrario a su cultura tradicional. “La población menor de 40 años está
perdiendo el interés en las relaciones amorosas convencionales, ya no quiere
salir en pareja y muchos no quieren ni complicarse con el sexo. Según un
reciente sondeo, un 46% de las mujeres entre 16 y 24 años no están interesadas
en, o detestan, el contacto sexual. Más del 25% de los hombres se sienten
igual” (Redacción BBC mundo, 2013).
Las relaciones sociales son cada
vez menos frecuentes y han sido reemplazadas por todo tipo de sustitutos, que
en el fondo traslucen el reemplazo de las relaciones humanas por productos
tecnológicos, relaciones artificiales y en general, objetos que se pueden
transar. La compañía se compra y se vende como mercancía y los vínculos
entre los jóvenes son cada vez más escasos. “Las relaciones a largo plazo y el
contacto humano están siendo reemplazados por una gratificación instantánea
-como el sexo casual o apareamiento corto-, la pornografía en internet, las
"novias" virtuales y las caricaturas anime” (Redacción BBC mundo,
2013).
Las muñecas sexuales con tinte realista son
cada vez más populares en Japón. Estas muñecas han pasado a reemplazar el
contacto humano y las relación sociales previas al acto sexual.
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La tradición ha pasado a ser
reemplazada por lo virtual, lo humano por lo material y las relaciones sociales
por el contacto artificial, esto es un claro choque con las religiones
tradicionales de Japón. La sociedad actual se ha tornado en un cúmulo de grandes
desesperanzas para muchos jóvenes, siendo que en el panorama actual las
religiones ya no son la parte esencial de la vida. El ritmo laboral y la
presión social por consumir alejan al hombre de la espiritualidad y el
misticismo, lo que efectivamente explica las razones por las que las
tradiciones han pasado a un segundo plano en cuanto a la influencia práctica
que tienen sobre el estilo de vida de las personas.
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Tradición y modernidad. Símbolo sintoísta
fusionado con la cultura de la animación japonesa
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Adicionalmente, existen otras
explicaciones al fenómeno que preocupa a Japón hoy, ya que la pequeña porción
de los matrimonios que comparten la intención de tener hijos, se ven cohibidos
en la medida en que “encuentran demasiado difícil compaginar la responsabilidad
de un trabajo serio con la crianza de niños. Esto es especialmente cierto en el
caso de las mujeres que trabajan, que en Japón llevan todavía casi todo el peso
del cuidado del hogar y de los hijos” (Mélich, 2004).
Lo anterior, aunado al gran
ascenso de los niveles educativos entre la población femenina (lo que reduce
sus expectativas sobre la vida familiar y las centra en los objetivos
laborales), muestra como los ritmos de la sociedad actual han terminado por
agredir las bases de la tradición religiosa, bajo la cual, en el orden social
son imprescindibles las relaciones y por supuesto, el nacimiento de varios
hijos en cada familia.
En conclusión, los fenómenos de la
vida moderna relacionados con el contexto económico y su trasfondo social (es
decir, la gran cantidad de cambios que se han sucedido como consecuencia de la
transformación de las relaciones de trabajo y consumo), han minado los
principios tradicionales sobre el papel de la familia y sobre el cumplimiento
de la procreación como un importante núcleo y deber de la sociedad. En esta
medida, a pesar de que las religiones presentes en Japón se han adaptado a la
vida moderna (especialmente el budismo), sus preceptos clásicos han tenido que
ceder ante el avance de la sociedad de consumo, lo que además ha causado un
debilitamiento de la importancia que las tradiciones religiosas desempeñan en
la vida de las personas.
BIBLIOGRAFÍA
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• Leofanti, C., & Irene
Manera, I. (2011). Japón: los problemas planteados por las dinámicas
demográficas. Equilibri .
• Mélich, A. (Febrero de 2004).
Japón necesita más niños o abrirse a la inmigración. Recuperado el 24 de Mayo de
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• Nichols, L. (s.f.). Creencias y
principios de la religión sintoísta . Recuperado el 24 de Mayo de 2014, de
http://www.ehowenespanol.com/creencias-principios-religion-sintoista-info_202418/
• Redacción BBC mundo. (28 de
Octubre de 2013). Los hombres japoneses que prefieren novias virtuales en vez
de sexo. Recuperado el 24 de Mayo de 2014, de
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/131024_japon_sexo_virtual_celibato_wbm.shtml
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