La pena de muerte en Japón: El debate moderno sobre la vigencia de la pena capital en las sociedades democráticas e industrializadas

15:38 Laura Milena 0 Comments


El pasado 29 de Agosto, dos presos condenados a pena de muerte fueron ejecutados  en Japón. Esta noticia ha causado gran revuelo internacional, porque la cifra de ejecuciones desde finales del 2012, fecha en el que llegó al poder el Partido Liberal Demócrata, se ha elevado a once personas ejecutadas. Ello ha despertado el rechazo de cierta parte de la comunidad internacional, especialmente de la unión europea, la cual, a través del servicio europeo de acción exterior, expresó fuertemente su rechazo frente a la pena de muerte "en todos los casos y bajo cualquier circunstancia", ya que consideró que es una práctica "cruel e inhumana y su abolición es esencial para proteger la dignidad humana"  (lainformacion.com, 2014). La relevancia de esta noticia radica en que Japón es, junto con Estados Unidos, uno de los pocos países industrializados y democráticos que aún ejecutan la pena capital. 
Como es de esperarse, hay tanto opositores como partidarios de la pena de muerte en Japón, siendo que, algunos de los principales opositores son organizaciones internacionales activistas por los derechos humanos. Tal es el caso de Amnistía Internacional, quien rechaza categóricamente la pena de muerte en Japón, al considerar que el sistema judicial nipón no da suficientes garantías a los presos y tiene graves inconsistencias que, por un lado no permiten que se dé el debido proceso antes de la condena del reo y por otro lado, cuando éste es condenado a la pena máxima lo someten a lo que se ha denominado como “el corredor de la muerte”, situación en la que el condenado permanece esperando por su ejecución, la cual es llevada a cabo sin previo aviso. 
El problema con el corredor de la muerte es que aunque según lo establecido en la legislación japonesa, la ejecución debe llevarse a cabo luego de los seis meses siguientes a la denegación de la última apelación a la que tiene derecho el reo, un condenado pasa esperando su ejecución en promedio entre 5 y 7 años, e incluso, existen casos extremos como el de Hirasawa Sadamichi, un hombre que murió a los 95 años en prisión de muerte natural, tras esperar por 32 años su ejecución. Esta situación es considerada como inaceptable por Amnistía Internacional, porque las ejecuciones se realizan sin previo aviso, lo que somete a los presos al sufrimiento de esperar su muerte en todo momento por un tiempo prolongado e incluso, da cabida a la aparición de enfermedades mentales en los presos, como se asegura en el estudio Hanging by a thread: Mental health and the death penalty in Japan, publicado en el año 2009 por Amnistía Internacional. De hecho, según la agencia de noticias BBC Mundo, “Japón ejecuta en la horca a los condenados en el mayor de los secretos, sin aviso previo a los reos y sin testigos” (BBC mundo, 2014). Luego de las ejecuciones de estos dos presos, aún quedan 126 condenados a pena de muerte esperando su ejecución.
A pesar de dichas consideraciones, expresadas por los detractores de la pena capital, para los partidarios de la misma, la pena de muerte es un instrumento válido del sistema judicial japonés porque es aplicado a delitos considerados como especialmente graves, imponiendo una condena ejemplar que castiga al delincuente y cumple con una importante función disuasiva. Para ellos, si se evalúa la pena de muerte en términos de la necesidad colectiva, puede verse que ésta es necesaria para conservar cierto orden en la sociedad. En efecto, existe una gran favorabilidad a la pena de muerte por parte de los ciudadanos japoneses, aunque esta puede explicarse más porque la pena de muerte es una cuestión que se da por sentada en la sociedad japonesa, que porque existan discusiones públicas sobre el tema, en las que luego de un arduo proceso de reflexión, la mayoría de los japoneses hayan llegado a la conclusión de que la pena de muerte tiene más beneficios que implicaciones negativas.
Lo peor es que en Japón no existe un debate vivo sobre la pena de muerte, como comenta Kawai Mikio en Nippon.com. Y es que según comenta, muchos japoneses no tienen arraigada la idea de que un condenado pueda tener derechos, y como los asesinatos y las condenas se ven como algo lejano, la propia sociedad  no le presta demasiada atención. Es algo que ocurre ajeno a ella, y por tanto, no existe ese clamor popular por abolirla. Aunque es cierto que cuando se pregunta a la opinión pública, el porcentaje de opiniones favorables es muy alto. Pero como digo, no es algo que el japonés medio tenga en la cabeza, ni algo sobre lo que exista un debate (Japanismo, 2013).
Aunque en Japón no exista un debate vivo sobre el tema de la pena de muerte, como ya se mencionó, sus acciones están despertando cierta resistencia en el ámbito internacional, dentro de la cual cabe resaltar la reiterada posición de la unión europea en contra de las ejecuciones en Japón; ésta destaca por ser un anuncio que puso de nuevo a la pena de muerte en el escenario del debate internacional. En los últimos años Japón ha gestionado sus relaciones diplomáticas de una forma muy cuidadosa y ha procurado mantenerse fuera de las críticas de las naciones occidentales. Sin embargo, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos, el gobierno de turno no parece estar muy dispuesto a abandonar la pena de muerte, sino que al contrario, desde el ascenso del Partido Liberal Demócrata, se ha evidenciado un ascenso del número de ejecuciones.
Los dos hombres que fueron condenados eran Mitushiro Kobayashi, de 56 años, ahorcado en Sendai por incendiar una oficina de préstamo y matar a cinco personas; y Tsutomu Takamizawa, de 59 años, jefe de un grupo "yakuza" ajusticiado en Tokio por el asesinato de tres personas, según anunció el ministro japonés de Justicia, Sadakazu Tanigaki (BBC mundo, 2014). A pesar de que como puede deducirse a partir de dicha información, los presos ejecutados fueron condenados por delitos graves que incluían varios asesinatos, lo que está en discusión en este momento no es la inocencia o culpabilidad de los condenados, sino la vigencia de la pena de muerte en las sociedades modernas e industrializadas. 
En conclusión, el debate sobre la pena de muerte no puede cerrarse con una respuesta tajante, sino que debe haber una discusión seria al respecto. Si bien es cierto que algunos criminales, como los asesinos múltiples, son sometidos con mayor frecuencia a la pena de muerte debido a la gravedad de sus crímenes, la pena de muerte puede generar situaciones injustas y reprochables cuando se viola el debido proceso de los condenados y se le da un peso excesivo a confesiones extraídas en condiciones dudosas (como asegura Amnistía Internacional que sucede en Japón), ya que la pena de muerte es un castigo que una vez ejecutado es irreversible y no da más que una posibilidad simbólica de enmendar errores. En la medida en que ningún sistema judicial es 100% eficiente a la hora de definir la culpabilidad o inocencia de los condenados, la pena de muerte es un instrumento de alto costo para la sociedad que decida emplearla, puesto que ésta deberá asumir que tendrá que cargar con el peso de las ejecuciones injustas. 

BIBLIOGRAFÍA
• BBC mundo. (29 de Agosto de 2014). Obtenido de http://www.bbc.co.uk/mundo/ultimas_noticias/2014/08/140828_ultnot_ejecutan_dos_condenados_en_japon_bd.shtml
• Japonismo. (13 de Septiembre de 2013). Recuperado el 1 de Septiembre de 2014, de Japón y la pena de muerte: http://japonismo.com/blog/japon-y-la-pena-de-muerte
• lainformacion.com. (28 de Agosto de 2014). Recuperado el 1 de Septiembre de 2014, de UE pide a Japón aplicar una moratoria a la pena de muerte: http://noticias.lainformacion.com/asuntos-sociales/politicas-de-la-pena-de-muerte/ue-pide-a-japon-aplicar-una-moratoria-a-la-pena-de-muerte_o6lMUuyMRWRc9R0EJdRaG7/

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