El envejecimiento de la población japonesa: La tradición Vs la modernidad y la pérdida de la influencia religiosa

9:18 Laura Milena 0 Comments



Japón es un país que cuenta con 127’103.388 (CIA) habitantes y que se ha caracterizado en las últimas décadas por un acelerado nivel de crecimiento (aunque este auge económico se vio interrumpido por el desastre producido por el tsunami del 2011), por lo que cuenta con una vida moderna muy agitada. Las calles de su capital son muy concurridas y en cada una de sus esquinas puede verse una gran abundancia de tecnología y comercio. No obstante, Japón es la cuna de una antigua tradición, el sintoísmo, a la vez que se convirtió en uno de los lugares que acogió el budismo como parte de su cultura.  Es así como la cultura japonesa se consolida como una mixtura entre una cultura “ancestral” basada en un modo de ser inspirado y heredado del budismo y el sintoísmo tradicionales, y un modo de vida contemporáneo, plagado de las vicisitudes de la vida moderna.



En este contexto, se vislumbra una problemática que preocupa cada vez más al Estado japonés, la cual tiene que ver con las tendencias demográficas que se observan en dicho país. Los japoneses están postergando cada vez más la edad de establecer una relación estable y están dejando de tener hijos, lo que ha generado un envejecimiento preocupante de la población.  Esta situación, muy característica de las sociedades actuales, contrasta con el enfoque sobre la familia que es propia de las religiones tradicionales, el cual promueve el matrimonio y la procreación. Ante tal contexto, en el que se enfrentan claramente los fenómenos que actualmente están sucediendo en Japón y la concepción religiosa y cultural tradicional, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Siendo que el budismo y el sintoísmo han jugado un papel fundamental en la construcción cultural y religiosa japonesa, cómo puede explicarse el hecho de que sus principios sobre la familia no sean aplicados en la vida moderna? Precisamente la respuesta a este interrogante puede centrarse en el cambio cultural que ha sufrido la sociedad japonesa a partir de su industrialización, dado que la sociedad de consumo ha alterado la forma de concebir las relaciones sociales dentro de ella. 

Según cifras oficiales del año 2005, la composición religiosa de Japón demuestra que la mayoría de la población se identifica a sí misma como sintoísta, budista, o practicante de ambas opciones. Así, el 83% de las personas encuestadas en ese momento se declararon sintoístas, el 70% budistas, el 2% cristianas y el 7,8% como partícipes de otras creencias religiosas (CIA). Estas cifras parecen ser inicialmente descabelladas, en la medida en que la suma de los porcentajes mencionados supera el 100%, sin embargo, esto no debe causar extrañeza en la medida en que la práctica simultanea del sintoísmo y el budismo es un fenómeno muy común en el país. Tras la llegada del budismo a Japón, éste se logró adaptar a  ciertas condiciones culturales particulares de la región y consiguió ser compatible con las creencias locales, por lo que muchos japoneses se declaran budistas, a la vez que en su vida diaria realizan prácticas sintoístas. 

Aunque el budismo y el sintoísmo sean practicados al mismo tiempo por muchos japoneses, cada una de estas tradiciones tiene sus particularidades, dentro de las cuales cabe destacar el hecho de que mientras el budismo cuenta con un mensaje universal, que puede llegar a ser apto para personas de diferentes culturas, el sintoísmo es una religión étnica, por lo que su mensaje cobra sentido estrictamente para los japoneses. “El sintoísmo es una antigua religión japonesa que comenzó aproximadamente en el 500 aC. No tiene fundador, credo oficial o texto sagrado, pero ha logrado perdurar a lo largo de los años. La palabra "shinto" no fue introducida en Japón hasta el siglo 6 d.C” (Nichols).  El sintoísmo está basado en los “Kami”, unas complejas fuerzas místicas a las que se les debe respeto.

Independientemente de esas diferencias, una de las principales  características de las religiones tradicionales, dentro de las cuales se incluyen el sintoísmo y el budismo, es que la familia se muestra como su núcleo básico, de tal manera que cuestiones como tener descendencia no son nada accesorias. Debido a ello, anteriormente las personas solían traer al mundo a muchos hijos, como parte del orden de la naturaleza y como forma de asegurar el futuro de la familia. Sin embargo, en la actualidad Japón enfrenta el problema del decrecimiento y envejecimiento de su población, a partir del dilema que proviene de tener uno de los promedios de edad de vida más altos del mundo (84,46 años) y una de las tasas de fertilidad o número hijos por mujer más bajas (en promedio 1,4 hijos por mujer). En Japón, “la edad promedio a la que una mujer tuvo su primer hijo fue de 30,1 años en 2011, superando la barrera de los 30 por primera vez en la historia. En 2010, fue de 29,9 años. De acuerdo con cifras correspondientes a 2010, un número record de hombres y mujeres de hasta 54 años permanecían solteros: 20,1 % en el caso de ellos y 10,6 % en el de ellas” (International press digital, 2013).

Es decir, en la actualidad, dentro de la sociedad japonesa puede verse una fuerte tendencia hacia el aislamiento de los individuos y hacia la ausencia de la gran importancia que las relaciones sociales tenían dentro de la sociedad tradicional.  La problemática del reducido número de japoneses que deciden tener hijos o que forman una pareja es preocupante para el gobierno de ese país, ya que en la medida en que la población siga decreciendo a un ritmo tan acelerado, en un futuro próximo podrían colapsar el sistema pensional y el dinamismo económico, debido a la escasez de mano de obra en edad activa y a las fuertes presiones que la vejez impone sobre el salario de los más jóvenes, por lo que el consumo podría verse drásticamente reducido. Ante tal panorama, “el gobierno sostiene que la precariedad del mercado laboral y las bajas remuneraciones podrían estar contribuyendo al desinterés de los japoneses con respecto al matrimonio” (International press digital, 2013).

Aunque la práctica religiosa continúa siendo una parte importante de la vida para una buena porción de la población japonesa, es posible afirmar que la relevancia con la que contaba en épocas anteriores ya no está presente. La vida moderna, en medio de la congestión del tráfico y el estrés laboral exige otras preocupaciones, mucho más mundanas, que han alejado al hombre de la consecución de su “misión espiritual”. La resistencia de la población a tener hijos, puede deberse a varias razones, todas relacionadas; como el surgimiento de nuevas expectativas que fundamentan el sentido de la vida en el consumo o en la formación profesional, el encarecimiento del nivel de vida de la población, a partir del cual, la cantidad de hijos se limita por razones económicas y el rechazo a vínculos que son considerados por algunos como arcaicos y anti-modernos, como en el caso del matrimonio.

A partir de la segunda mitad de los años Noventa el país observa un marcado descenso de las bodas y de los nacimientos, un envejecimiento rápido y constante y una población activa en disminución. En este contexto las nuevas generaciones, en vez de ser una esperanza para una solución, resultan ser directamente implicados. Sufren fenómenos como el paro y la subocupación que limitan sus potencialidades y en parte son desilusionadas y poco activas políticamente, fallan en su papel de motor de renovación de la sociedad. Las consecuencias en la economía del país y en el presupuesto del Estado ya se advierten gravemente, pero podrían convertirse, a largo plazo, en ser insostenibles (Leofanti & Irene Manera, 2011).

La baja tasa de natalidad que sufre la sociedad japonesa hoy, es tanto producto de condiciones económicas, como de la ruptura de los vínculos sociales en los que se fundamentaban las sociedades tradicionales. “La sociedad japonesa se encuentra atrapada entre las fuertes tradiciones nacionales y la reacción de las nuevas generaciones ante la incertidumbre económica por la que ha pasado el país. Esto ha generado conflictos emocionales internos que conducen a un distanciamiento social y aislamiento sexual con el que cada vez se sienten más cómodos los japoneses” (Redacción BBC mundo, 2013). La sociedad japonesa se encuentra en un momento clave de su historia, que para muchos puede considerarse como un hecho contrario a su cultura tradicional. “La población menor de 40 años está perdiendo el interés en las relaciones amorosas convencionales, ya no quiere salir en pareja y muchos no quieren ni complicarse con el sexo. Según un reciente sondeo, un 46% de las mujeres entre 16 y 24 años no están interesadas en, o detestan, el contacto sexual. Más del 25% de los hombres se sienten igual” (Redacción BBC mundo, 2013).

Las relaciones sociales son cada vez menos frecuentes y han sido reemplazadas por todo tipo de sustitutos, que en el fondo traslucen el reemplazo de las relaciones humanas por productos tecnológicos, relaciones artificiales y en general, objetos que se pueden transar. La compañía se compra y se  vende como mercancía y los vínculos entre los jóvenes son cada vez más escasos. “Las relaciones a largo plazo y el contacto humano están siendo reemplazados por una gratificación instantánea -como el sexo casual o apareamiento corto-, la pornografía en internet, las "novias" virtuales y las caricaturas anime” (Redacción BBC mundo, 2013).
Las muñecas sexuales con tinte realista son cada vez más populares en Japón. Estas muñecas han pasado a reemplazar el contacto humano y las relación sociales previas al acto sexual.
La tradición ha pasado a ser reemplazada por lo virtual, lo humano por lo material y las relaciones sociales por el contacto artificial, esto es un claro choque con las religiones tradicionales de Japón. La sociedad actual se ha tornado en un cúmulo de grandes desesperanzas para muchos jóvenes, siendo que en el panorama actual las religiones ya no son la parte esencial de la vida. El ritmo laboral y la presión social por consumir alejan al hombre de la espiritualidad y el misticismo, lo que efectivamente explica las razones por las que las tradiciones han pasado a un segundo plano en cuanto a la influencia práctica que tienen sobre el estilo de vida de las personas. 




Tradición y modernidad. Símbolo sintoísta fusionado con la cultura de la animación japonesa


Adicionalmente, existen otras explicaciones al fenómeno que preocupa a Japón hoy, ya que la pequeña porción de los matrimonios que comparten la intención de tener hijos, se ven cohibidos en la medida en que “encuentran demasiado difícil compaginar la responsabilidad de un trabajo serio con la crianza de niños. Esto es especialmente cierto en el caso de las mujeres que trabajan, que en Japón llevan todavía casi todo el peso del cuidado del hogar y de los hijos” (Mélich, 2004).
Lo anterior, aunado al gran ascenso de los niveles educativos entre la población femenina (lo que reduce sus expectativas sobre la vida familiar y las centra en los objetivos laborales), muestra como los ritmos de la sociedad actual han terminado por agredir las bases de la tradición religiosa, bajo la cual, en el orden social son imprescindibles las relaciones y por supuesto, el nacimiento de varios hijos en cada familia. 
En conclusión, los fenómenos de la vida moderna relacionados con el contexto económico y su trasfondo social (es decir, la gran cantidad de cambios que se han sucedido como consecuencia de la transformación de las relaciones de trabajo y consumo), han minado los principios tradicionales sobre el papel de la familia y sobre el cumplimiento de la procreación como un importante núcleo y deber de la sociedad. En esta medida, a pesar de que las religiones presentes en Japón se han adaptado a la vida moderna (especialmente el budismo), sus preceptos clásicos han tenido que ceder ante el avance de la sociedad de consumo, lo que además ha causado un debilitamiento de la importancia que las tradiciones religiosas desempeñan en la vida de las personas. 
BIBLIOGRAFÍA

• CIA. (s.f.). World Factbook. Recuperado el 24 de Mayo de 2014, de https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/geos/ja.html

• International press digital. (26 de Junio de 2013). Japoneses tardan cada vez más en casarse o tener hijos. Recuperado el 24 de Mayo de 2014, de http://es.ipcdigital.com/2013/06/26/japoneses-tardan-cada-vez-mas-en-casarse-o-tener-hijos/

• Leofanti, C., & Irene Manera, I. (2011). Japón: los problemas planteados por las dinámicas demográficas. Equilibri .

• Mélich, A. (Febrero de 2004). Japón necesita más niños o abrirse a la inmigración. Recuperado el 24 de Mayo de 2014, de http://www.fluvium.org/textos/familia/fam136.htm

• Nichols, L. (s.f.). Creencias y principios de la religión sintoísta . Recuperado el 24 de Mayo de 2014, de http://www.ehowenespanol.com/creencias-principios-religion-sintoista-info_202418/

• Redacción BBC mundo. (28 de Octubre de 2013). Los hombres japoneses que prefieren novias virtuales en vez de sexo. Recuperado el 24 de Mayo de 2014, de http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/131024_japon_sexo_virtual_celibato_wbm.shtml

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